Un tamiz molecular es la opción más eficaz para eliminar el agua de líquidos y gases. Aunque los productos más antiguos como gel de sílice y los desecantes de alúmina se han utilizado tradicionalmente para tales propósitos, los desecantes de tamiz molecular pueden hacer el trabajo con resultados más puros. El truco con el tamiz de topos es la construcción. Estos adsorbentes están hechos con poros diminutos y uniformes, lo que los convierte en adsorbentes ideales. De esta manera, los desecantes de tamiz molecular funcionan como cualquier tamiz común, solo que en un nivel mucho más preciso. Cuando un gas o líquido pasa a través del tamiz molar, las piezas más pequeñas se adsorben mientras que las moléculas más grandes pasan. A diferencia de otros filtros, la sustancia adsorbida queda atrapada. Por lo tanto, cuando se usa agua en el tamiz, las moléculas de agua que penetran son atrapadas y retenidas en los poros, dejando el líquido restante sustancialmente libre de moléculas de agua. En total, un tamiz de topos adsorbe hasta un 22% de su propio peso en agua. Más que eso, estos tamices son excepcionalmente versátiles, con adsorción posible según el tamaño molecular, la afinidad molecular por la superficie del cristal del tamiz o incluso la forma de la molécula. Por estas razones, los desecantes de tamiz molecular pueden producir gases o líquidos que prácticamente no contienen agua. El tamiz molecular se puede regenerar calentándolo a una temperatura óptima de 130 °C a 250 °C.